Gabriel volvía a
casa del instituto. Aunque sus abuelos pensaban que por primera vez volvería
contento del centro, volvió igual de enfadado que había vuelto siempre desde
que vivía allí. Aun así, fue la primera vez que no se molestó si quiera en
replicar.
- ¿Qué te pasa,
querido?- preguntó la abuela de Gabriel.
- No me apetece
hablar de ello- dijo Gabriel con una leve sonrisa.
Pasó el día y Gabriel
no decía palabra alguna. Llegó la noche
y la abuela de Gabriel decidió ir al cuarto a terminar la historia que le
empezó a contar el otro día. Al entrar al cuarto, la abuela se encontró a su
nieto callado y leyendo un libro.
- ¿Qué quieres?-
dijo Gabriel con tono débil.
- Venía a acabar
la historia.
- No, gracias-
respondió Gabriel.
- ¿Por qué?-
preguntó la anciana.
- En el instituto
tuvimos que hacer una redacción sobre el barrio- explicó Gabriel-, y descubrí
por un par de compañeros que lo que me contaste...no era del todo cierto.
- ¿Y que opinó el
resto?- preguntó la abuela.
- Nada- contestó
Gabriel-, soy el único cuya familia lleva en el barrio desde hace cincuenta
años y ninguno de la clase conoce la historia del barrio.
- Y si tus
compañeros no conocen la historia del barrio… ¿por qué les crees ante lo dicho
por tu abuela?- preguntó la abuela con un poco de réplica en sus palabras.
- No sé- contestó
Gabriel.
- ¿Entonces
quieres oír la historia o prefieres creer lo que te digan los demás?
- Oír la
historia- dijo rápidamente Gabriel.
- Veamos… pensó
la abuela-. En los años 1980 hubo muchos cambios importantes en toda España:
hacía cinco años desde que Franco había muerto y ahora en este país había una
monarquía constitucional y las drogas
empezaban a devastar el país.
En cuanto a
nuestra historia, supongo que hemos de empezar por la construcción de las
torres y el traslado al barrio de la etnia gitana en 1983 y los primeros
inmigrantes del barrio, provenientes del continente, poco después.
- ¿Qué pasó cuando
llegaron?- preguntó Gabriel.
- Con los
inmigrantes no hubo problemas, pero a muchos vecinos les costó acostumbrarse a las
personas de la etnia gitana- explicó la abuela.
- ¿Por qué?-
preguntó Gabriel-¿ Qué más da que sean gitanos o de cualquier otro pueblo o
etnia?.
- Eso le decía yo
a mi hermano cuando se unió a los vecinos- dijo la abuela.
- ¿Qué hacían los
vecinos?
- Digamos que en
aquella época todos éramos muy revolucionarios- explicó la abuela intentando no
dar demasiadas explicaciones-. Cambiando de tema, las drogas hicieron acto de
presencia en España trastocando las vidas de los españoles, y por supuesto esto
incluye a los vecinos de San Cristóbal.
- ¿Cómo cambiaron
las cosas con las drogas?- preguntó Gabriel con entusiasmo.
La abuela de
Gabriel dejó de hablar por unos segundos que para él se hicieron eternos.
- Madres
llorando- explicó la abuela con una lágrima en un ojo-, padres histéricos,
personas fallecidas por sobredosis, niños pequeños preguntando a sus abuelos
donde están sus padres…
La abuela se
quitó la lágrima y miró a su nieto con sus ancianos ojos castaños.
- Tú dices que la gente de este barrio es mala,
pero los únicos villanos eran aquellos que lo permitían- Gabriel se sintió mal
al ver los ojos de su abuela sin saber si estaba triste o si estaba enfadada-,
y lo mismo debieron de pensar en este barrio pues la gente hacía caceroladas
por las calles revelándose como los defensores de nuestros derechos que siempre
hemos sido aquí.
Gabriel vio cómo
los ojos de su abuela habían pasado de ese estado deprimente a brillar con una
ilusión que para sí quisieran las jóvenes de quince años.
Cada vez más
interesado, Gabriel exigió a su abuela que continuara.
- No hay mucho
más que decir- contestó la abuela-, durante los noventa el barrio apenas
cambio, con el único cambio de la
llegada de cantidades importantes de familias inmigrantes que se trasladaron al
barrio.
- ¿Y ya está?-
preguntó Gabriel un poco decepcionado.
- Bueno… lo único
que ha cambiado en este siglo ha sido por un lado la gran disminución del
consumo de drogas no sólo aquí, sino en toda España. Se instauró el metro y varios edificios sufrieron cambios: desde un
simple cambio de fachada hasta ser derruidos y vueltos a levantar- dijo la
abuela-. Porque así funciona el barrio: puede caer, pero siempre volverá a
levantarse más impresionante que la anterior vez.
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